París, Gare de Lyon, Madrid, ... antes Sol. Imagen de Simone de Beauvoir en el café Les Deux Magots





En el siglo XIX existía en Francia la expresión:  "redorer les blasons" para referirse  a matrimonios de  aristócratas arruinados con jóvenes millonarias con vistas a que su fortuna contribuyera a dar lustre a sus decaídos blasones.  Una idea que parece haber adoptado la Comunidad de Madrid en la estación de metro Sol  cuyo castizo apellido se ve ahora precedido por  el nombre de un empresa de telefonía. Ello hace suponer que la citada compañía  habrá contribuido con un matrimonio de conveniencia a redorar las saqueadas arcas locales a cambio de exhibirse, así,   enlazando su marca al de  la plaza más emblemática del centro del viejo Madrid.
(Ver más)

       Y no es que el novio no sea conocido nuestro, quien no ha tenido una conversación más o menos parecida a esta cuando el teléfono suena en el momento más inoportuno.
-¡Sí, dígame!
-Buenos días.
-¡Quién es...! 
-Cuál es su nombre para dirigirme a usted.
A menudo el intruso o intrusa que puede tener acento sudamericano nos pilla desprevenidos y cometemos el error de decirle nuestro  nombre.
- Muy bien Don o Doña X, ahora, si tiene cinco minutos, queremos que sepa todas las ventajas  que podemos ofrecerle.
-Perdone pero tengo un poco de prisa.
-¡Sí no es más que un segundo!
-No me interesa, muchas gracias. 
Y ya nos disponemos a colgar cuando escuchamos una voz airada.
-¡Y cómo sabe que no le interesa si no ha escuchado lo que tengo que decirle!
El empleado es muy rápido de reflejos y da la sensación de que siempre consigue prolongar la conversación.
-¿No tendrá usted un contrato de permanencia?
-Sí, eso es, tengo un contrato de permanencia con otra compañía. Hasta otro día
-No se preocupe, se oye una voz triunfante, eso se puede arreglar.

       ¡Dios mío!, ¡no puedo creerlo! ahora, definitivamente, no podremos liberarnos de la empresa de marras, nos perseguirá a donde quiera que vayamos y es que en Madrid siempre se acaba pasando por la línea Sol.
       Pensaba todo eso paseando por un París cuajado de nombres eufónicos y evocadores: Saint Germain des Pres, Monmartre, la Bastille... y me acordaba de un artículo de Muñoz Molina en el que contaba como los vecinos de  Washington Square  en Nueva York consiguieron que no pasara una autopista por la mitad de la plaza que da nombre a la célebre novela de Henry James.   Hay algunas ciudades como París que casualmente es la ciudad con más turistas de Europa,  que dan mucha importancia a la memoria que es una manera de dar importancia a la cultura y por eso en  París la gente lee en lugares  como las playas del Sena libros prestados de una pequeña biblioteca ambulante y me resulta difícil pensar que algún político añada una marca comercial al nombre de alguna de sus calles más conocidas pero al fin y al cabo ahora vivimos al dictado de las grandes corporaciones que se introducen también en espacios que antes eran solo patrimonio de nuestra memoria.














artículos de Antonio Muñoz Molina
 



Comentarios

  1. Lo de Vodafon-Sol es realmente una ofensa para la memoria de los madrileños. Podrían, por lo menos haber escrito Sol-Vodafon, pero han querido poner en primer lugar a Vodafon con lo que conseguirán que los que no son madrileños de toda la vida se queden con la primera parte y olviden la segunda. Así que han "dorado el blasón" de manera tan ruda que han borrado su imagen. Me gusta mucho más el cartel que la alcaldía de París ha elegido para la playa del Sena y que nos muestras entre las fotos que nos presentas: "Venez lire comme à la plage!" Las otras fotos demuestran que la invitación ha surgido efecto. Nat

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La verdad es que me sorprende que haya habido tan pocas críticas al respecto. Creo que el contrato del anuncio es únicamente por tres años pero se ha dado vía libre para, a partir de ahora, utilizar los nombres tradicionales como reclamo publicitario.
      Muchas gracias por tu comentario.

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

La silenciosa muerte de Mary Larrañaga

El amor perdido de Jean Cocteau y Luis Escobar. En la foto, interior de la Villa de "Santo-Sospir en la Costa Azul" con frescos de Cocteau

Carmen Lomana o el triunfo de Mariquita Pérez