En la muerte de Gonzalo Anes








Esta mañana un amigo común me  llamó para darme la noticia de la repentina muerte del académico y catedrático de historia Gonzalo Anes.  Sobre sus logros en el campo de la historia y de la economía, su influyente estudio publicado en Taurus  "Las crisis agrarias en la España moderna", su reconocimiento unánime en el campo de la historiografía contemporánea, sus numerosos libros, cargos y títulos, el último de ellos concedido por el Rey de marqués de Castrillón; sobre su postrer trabajo, el diccionario biográfico, algunas de cuyas entradas levantaron una gran polémica. Tema éste del cual nunca hablé con él pero imagino que debió de entristecerle en los últimos años de su vida. Existe cumplida información.  Sin embargo para mí Gonzalo Anes fue sobre todo un gran amigo.


 Alguien a quien se podía llamar en cualquier momento y estar segura que siempre estaría disponible, con el que se podía contar para cualquier cualquier cosa que se necesitase. 
Imagino que Gonzalo, como todo el mundo que ocupa puestos importantes, tendría sus detractores pero yo soy testigo de la lealtad que siempre tuvo para sus muchos amigos a los que sin duda su muerte apenará mucho.  Ahora recuerdo  esas pequeñas cosas que mientras ocurren no parecen importantes pero que van tejiendo la urdimbre de nuestras vidas: los paseos con él  por el Retiro ya que vivíamos en el mismo barrio, las informales fiestas  con baile incluido que organizaba los domingos en su casa y a las que solía invitarme, sus consejos  y su presencia siempre afable.
Cuando hace un mes me acompañó a casa después de un acto en el que coincidimos, nada hacía presagiar que su fin estaba tan próximo,  más adelante,  en su última conferencia en la Academia de la Historia, empezó a encontrarse mal y duras penas consiguió acabar la charla.  En la  nota médica sobre las  causas de su fallecimiento figura que padecía una suerte de leucemia, algo que de ser cierto muy pocos sabían pues Gonzalo no era hombre al que gustara relatar sus dolencias. Ayer noche se despertó enfermo y pidió a la persona que tenía a su servicio que le llevara al hospital. Poco después fallecía. Tenía 82 años. 
Creo que a él le hubiera gustado esta poesía

La muerte está en los catres:
en los colchones lentos, en las frazadas negras
vive tendida, y de repente sopla:
sopla un sonido oscuro que hincha sábanas,
y hay camas navegando a un puerto
en donde está esperando, vestida de almirante

Pablo Neruda
























http://cultura.elpais.com/cultura/2014/03/31/actualidad/1396259560_849819.html

http://www.abc.es/cultura/20140331/abci-muere-director-real-academia-201403311157.html

http://es.wikipedia.org/wiki/Gonzalo_Anes

Comentarios

  1. ANtes sentía la muerte de un académico y, por lo tanto, distante. Ahora después de tu semblanza siento la muerte de una persona, siento el fallecimiento de tu amigo.

    Un abrazo

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  2. Muchas gracias Juan Carlos por tu comentario. Fíjate que ayer me mandaron un email un par de personas diciéndome que algo debía de pasar en el blog pues no conseguían colgar su comentario. Como tú eres un superexperto en este campo no puedes imaginarte lo patosa que es la gente en esto de la informática.
    Hasta pronto.

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