Poesía para los Reyes Magos
LOS TRES REYES MAGOS
El optimismo bien pensante de Rubén Darío
Yo soy Gaspar. Aquí traigo el incienso.
Vengo a decir: La vida es pura y bella.
Existe Dios. El amor es inmenso.
Todo lo sé por la divina estrella.
Yo soy Melchor. Mi mirra aroma todo.
Existe Dios. El es la luz del día.
La blanca flor tiene sus pies en lodo.
¡Y en el placer hay la melancolía!
Soy Baltasar. Traigo el oro. Aseguro
que existe Dios. Él es el grande y fuerte.
Todo lo sé por el lucero puro
que brilla en la diadema de la muerte.
Gaspar, Melchor y Baltasar callaos.
Triunfa el amor y a su fiesta os convida.
¡Cristo resurge, hace la luz del caos
y tiene la corona de la vida!
Rubén Darío
La poesía social de Miguel Hernández
Las desiertas abarcas
Por el cinco de enero,
cada enero ponía
mi calzado cabrero
a la ventana fría
Y encontraba los días
que derriban las puertas,
mis abarcas vacías,
mis abarcas desiertas.
Nunca tuve zapatos,
ni trajes, ni palabras:
siempre tuve regatos,
siempre penas y cabras.
Me vistió la pobreza,
me lamió el cuerpo el río
y del pie a la cabeza
pasto fui del rocío.
Por el cinco de enero,
para el seis, yo quería
que fuera el mundo entero
una juguetería.
Y al andar la alborada
removiendo las huertas,
mis abarcas sin nada,
mis abarcas desiertas.
Ningún rey coronado
tuvo pie, tuvo gana
para ver el calzado
de mi pobre ventana.
Toda gente de trono,
toda gente de botas
se río con encono
de mis abarcas rotas.
Rabié de llanto, hasta
cubrir de sal mi piel,
por un mundo de pasta
y unos hombres de miel.
Por el cinco de enero
de la majada mía
mi calzado cabrero
a la escarcha salía.
Y hacia el seis, mis miradas
hallaban en sus puertas
mis abarcas heladas,
mis abarcas desiertas.
Este poema fue publicado por primera vez en el diario Ayuda, el 2 de enero de 1937
Qué se sabe de los verdaderos Reyes Magos
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