Calderón de la Barca buscó el diálogo con Cataluña





Calderón de la Barca, a diferencia de Quevedo, supo y quiso tender la mano a los catalanes y buscar caminos de diálogo y acuerdo en su ponderado discurso "a la ilustre Barcelona" con ofrecimiento de paz y concordia y promesa de inviolable duración de sus fueros, según  José Alcalá Zamora y Queipo de Llano, académico de la historia, poeta y uno de los mayores  expertos mundiales en la obra de Calderón de la Barca. 
José Alcalá Zamora pronunció, en un acto castrense  con motivo de los 400 años del nacimiento de Calderón, un discurso que por su interés y actualidad resumo en este post.

Ya el Quijote se refiere a la profesión militar en términos elogiosos, dijo Alcalá Zamora: "No hay otra cosa más honrada que el ejercicio de las armas, por las cuales se alcanzan, si no más riquezas, a lo menos más honra que por las letras". En el caso de Calderón, si bien no existe la certeza, el académico cree, de resultas de sus investigaciones, que estuvo en la guerra de Flandes con ocasión del sitio de Breda:
El dramaturgo cantó las glorias del vencedor y las razones del vencido en un drama sobre el cerco a Breda.

Éstos son españoles, ahora puedo
hablar encareciendo  estos soldado
y sin temor, pues sufren a pie quedo
con un semblante, bien o mal pagados.
Nunca la sombre vil vieron del miedo
y aunque soberbios son, son reportados.
Todo lo sufren en cualquier asalto,
Solo no sufren que les hablen alto.


   Calderón de la Barca luchó en la guerra catalana contra los       franceses. 



"Al producirse en 1640 el levantamiento de Cataluña, don Pedro Calderón de la Barca, no obstante su para entonces avanzada edad de cuarenta años y su prestigio y posición en la corte, se enroló inmediatamente en el aristocrático regimiento de las órdenes militares, al que podía incorporarse por su rango de caballero de Santiago"

"Las calles de Madrid, dice Alcalá Zamora, cuando no pocos se escaqueaban de sus obligaciones, lo vieron desfilar en silla de borrenes, con pistolas y coraza".
Felipe IV



El 29 de septiembre de 1640, Calderón de la Barca, partía para Cataluña en la compañía de coraceros, o caballería pesada, los carros de la época del conde-duque. Se incorporó al frente de combate sur, en el sector de Tortosa, el veinticinco de octubre. Actuó en docena de acciones y en los importantes combates y batallas de: Perelló, Coll de Balaguer, Hospitalet, Cambrill, Vilaseca, Salou, Constanti, donde, aunque con más fortuna que su maestro Cervantes, fue herido en una mano, sin que abandonase su puesto hasta el término de la acción.


Ningún ejército de ningún país, dice Alcalá Zamora, puede enorgullecerse como el nuestro de haber contado entre sus filas activas a tres creadores literarios de la talla de de Cervantes, Calderón y Baltasar Gracián.
Tras trece durísimos meses de campaña, Calderón regresó a Madrid,  e informó personalmente a Olivares y al rey de la situación bélica y política en el principado, además de tratar de buscar vías de acuerdo para resolver la situación.

Manifestación en la Barcelona actual



En 1642 tornó Don Pedro a la guerra catalana, ahora en el sector de Lérida y se le nombre cabo de escuadra, modesta graduación: pero siempre estamos a punto de remediarlo, añade José Alcalá Zamora, aunque sea post mortem.



A principios de octubre, el general Leganés movió su poderoso ejército hacia la capital leridana donde aguardaba el ejército francés del general Le Mothe. Sin descansar ni comer, dio  Leganés órdenes de atacar las posiciones enemigas. La artillería gala batía el campo con eficacia. Entonces se mandó cargar a los trescientos jinetes de la caballería pesada del maestre de campo don Rodrigo de Herrera, en cuyos escuadrones formaba el cabo Calderón de la Barca. Bajo una lluvia de fuego, tomaron la batería enemiga y condujeron sus cañones al campo español. Sería seguramente la última hazaña guerrera de don Pedro. El ala derecha francesa estaba rota, pero la lucha se prolongaba y las tropas españolas se hallaban exhaustas. Entraron en acción las reservas galas y al atardecer el ejército de Felipe IV hubo de emprender la retirada dejando miles de muertos tras de sí. De esta derrota, de sus causas y errores cometidos, se habló durante meses en los corrillos madrileños. La decepción de Calderón hubo de ser enorme. Pidió licencia por motivos de salud para dejar las filas, que se le concedió el 15 de noviembre.



 El amor y la sabiduría remedios contra a la violencia


En adelante en sus comedias, zarzuelas y óperas insiste obsesivamente en el tema del amor y la sabiduría como remedio a la violencia. En cuanto a la decisiva plaza de Lérida, se recuperó definitivamente a finales de julio de 1644, con la presencia y apoyo decididos de Felipe IV.
Valgan mis palabras, concluye el poeta y académico, como humilde, pero  muy emocionado homenaje, a mi amigo de miles de hora de estimulante lectura, quien, además de uno de los más altos genios de la Europa que estamos construyendo, fue un buen soldado de los ejércitos de España, el cabo don Pedro Calderón de la Barca y Henao.































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