Albert Camus y la ministra Celaá



Ayer,  me estaba tomaba un pincho de tortilla en la soledad del semi confinamiento provocado por la tercera oleada del Covid 19,  cuando apareció en la sexta -una de mis cadenas favoritas-un reportaje sobre las lenguas vernáculas en España.

En la primera parte del reportaje el periodista entrevistaba a una joven que paseaba por la calle: "¿ Sabes como se dice en gallego un plato de cerdo con manzanas?" le preguntaba el entrevistador .La chica  no conseguía acertar con  la respuesta correcta.  En el siguiente plano se veía a una deliciosa viejita que parecía sacada de un cuento bucólico a la que se le hacía la misma pregunta  que contestaba de corrido. " Eso es,  decía el presentador con tono triunfal: "porco". En gallego el cerdo se dice "porco", tras lo cual  la joven admitía risueña su ignorancia y así entre risas de atolondradas jóvenes y aciertos lingüísticos  de encantadoras ancianas iba  quedando claro  la superioridad de la vejez sobre la juventud,   por lo menos  en lo que al conocimiento del gallego se refiere. 
Después, el reportaje nos trasladó a una Ikastola del País Vasco. En ese centro, nos dijeron, se utilizaba   el  euskera como lengua vehicular por lo que la madre de un alumno explicó al mismo presentador el motivo de su elección: estudiado en la Ikastola su hijo tendrá más oportunidades de trabajo, al menos dentro de las provincias de Álava, Guipuzcoa y Vizcaya. 

                                                    La ministra de educación Isabel Celaá


No se me ocurre nada más cruelmente clasista que decir que los niños ya aprenden suficiente castellano en sus casas.


A continuación se vio a la Ministra de Educación, Isabel Celá, afirmar con con su voz grave, pausada, que no hace falta enseñar más castellano a los niños en los colegios de Cataluña porque eso ya lo aprenden suficientemente en sus familias. Sus palabras quedaron suspendidas un momento en el aire de la habitación como si hubieran escapado de la pantalla del televisor que seguía mostrando la imagen tranquilizadora de la señora ministra. 
Aquí he de decir que coincido con la opinión de los que, como el  diplomático Juan Claudio de Ramón,  consideran la disputa de lenguas el principal corrosivo de nuestra convivencia  No se trata de  minusvalorar el catalán si no de asumir la realidad de la importancia para los alumnos del estudio  del castellano.  Tampoco tengo nada contra la ministra Celá. Con su pelo corto y su aspecto  tan " proper," su  ropa discreta y bien cortada  sus tradicionales pendientes de perlas. Una señora " bien" de Neguri de toda la vida. Podríamos imaginárnosla  dirigiendo cualquier  institución respetable, presentando el acto inaugural del  British council  en España,  presidiendo una mesa petitoria de la Cruz Roja o jugando sl golf en un club elegante con un polo de Raloh Laurent y unos pantalones azul marino, ese tipo de mujeres a las que el paso del tiempo parece otorgarles una apariencia de tranquilizadora dignidad. 
Dicho esto, No se me ocurre una afirmación más cruelmente clasista que dejar en manos, de la familias y el entorno social del alumno  la enseñanza del castellano. 
¿ De verdad, es progresista que, por ejemplo, el hijo   de un inmigrante marroquí  aprenda el español, únicamente, en su medio familiar? ¿Cuál hubiera sido el destino de Albert Camus si  sus únicas fuentes  para aprender  francés hubieran partido de su entorno familiar? Teniendo en cuenta que su madre era analfabeta y medio sordomuda y su padre había muerto en la primera guerra mundial. Por cierto,  sus abuelos maternos eran de  origen menorquín. Afortunadamente  ahí estaba su maestro, el señor Germain, que se encargó, no solo de enseñarle el idioma en el que escribió los libros por los que le concedieron el Premio Nobel, si no también de que su familia permitiera que el joven Albert continuara estudiando en lugar de ponerse a trabajar.
Con el sistema de enseñanza que propone la nueva ley Celá  podría ocurrir en Cataluña lo mismo que hasta hace muy poco  en Inglaterra, que la manera de hablar un idioma defina la clase social. Así,  los hijos de los burgueses que viven en  Sarriá o en el Tibidabo y veranean en S' Agaró, que pueden pagar profesores privados y tienen amigos en Madrid,  o  en Sevilla; los hijos de profesores de universidad  en cuyas bibliotecas se alinean libros de Borges  o de Ga Márquez; los vástagos de familias ricas que pueden  llevar a sus hijos a colegios privados  en cuya publicidad ya se advierte que los alumnos acabarán la enseñanza manejando perfectamente las tres lenguas, se distinguirán de los jóvenes de medios desfavorecidos por hablar y escribir bien la lengua de Cervantes, Quevedo o Roberto  Bolaños. Pese a que el independentismo ha sido el principal  vencedor de estas elecciones catalanas (la de Illa es una victoria pírrica), los alumnos de familias pudientes tendrán más oportunidades a la hora de  superar una oposición a diplomático,  trabajar en una multinacional con negocio en Sudamérica,  o algo tan común como interactuar en redes sociales. De manera que la educación de los niños  con más posibilidades económicas estará dirigida a formar  jóvenes más cultos, mas  abiertos, más cosmopolitas.  
En definitiva, como dice el editor Pedro Gomez Carrizo,  sin una preparación exigente para un futuro competitivo, quienes tienen menos oportunidades quedan abandonados a su suerte, por lo que se va consolidando el quebranto de la escuela como principal herramienta de redistribución y vehículo de movilidad social.


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 Volviendo al reportaje de la sexta, una inoportuna cabezada me impidió  escuchar las declaraciones del  ex ministro  de educación Juan Ignacio Wert  pues desperté justo al final de su intervención. Bueno, pensé, después de todo,  tampoco el señor Wert es la persona más estimulante del mundo. Y entonces apareció el Sr. Rufián muy sonriente y ufano:  Pero, ¡cómo que se va a discriminar el castellano en  Caralunya!, ¡o es que no me ven a mí! ¿Acaso yo no lo hablo bien? dijo con atronadora convicción y una sonrisa de oreja a oreja . Y miren a lo que he llegado -le faltó por añadir. 
¡En fin!:  pase lo que pase, siempre nos quedará la Generalitat 

















 






























Comentarios

  1. Me ha gustado mucho tu artículo. Las palabras de Celáa, sobre la capacidad de los alumnos de aprender castellano en sus casas, me han parecido totalmente desacertadas. Como dices, no en todas las familias se habla español de la misma manera pues el nivel cultural es decisivo en todos los aspectos del lenguaje. Me parece muy oportuno el ejemplo de Camus y del papel fundamental, que él siempre reconoció, de su maestro en la base de su formación intelectual y humana.

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    1. Sí, es una pena esta situación de guerra de lenguas que perjudica a los alumnos y ver como está eclosionando tanta violencia en unos niveles muy superiores al resto de España. Los profesores deben de encontrarse con muchas dificultades para ejercer su labor en este clima tan polarizado

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  2. Quiero creer que si yo fuera catalán procuraría que mi hijo hablara las dos lenguas lo más perfectamente que pudiera. Quiero creer que el nacionalismo no me cegaría. Es curioso como entienden el bilingüismo en Cataluña, hasta ahora es bilingüe en la calle pero no en las instituciones con la excusa de que el catalán está en peligro de extinción, lo que no es cierto, con el catalán no pudo ni el franquismo.

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    1. Tienes razón Juan Carlos pero, en la práctica, intervienen sentimientos y pulsiones irracionales. Aunque imagino que habrá mucha gente sensata, no hay más que ver todo lo que está ocurriendo en la calle para comprender el nivel de polarización y violencia que se está alcanzando. A lo mejor un sociólogo como tú podría explicar lo que está pasando para que tantos jóvenes se lancen a incendiar las calles, ¿es desesperación por su situación económica? , ¿ no ven futuro? , ¿ qué tiene ver el independentismo con todo esto? Comprendo que se quiera cambiar la ley, pero la reacción parece demasiado desmesurada para que no haya muchas cosas detrás.

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