PARIS, LA FIESTA Y EL TÓRRIDO VERANO DEL 22




No había vuelto a París desde un año antes de  la eclosión de la pandemia del COVID y el incendio de Notre Dame que aún sigue cubierta de andamios. Pero lo cierto es que a pesar de las malas perspectivas para un invierno más frío y más pobre, la ciudad, este tórrido verano del 22, me ha parecido más alegre, mas abierta y mas jaranera que otras veces, como si sus habitantes de todos los colores y de todas las razas estuviera dispuestos a vivir en una permanente fiesta.

Notre Dame recuperará su aspecto primitivo y se abrirá al público en abril del 2024

Una pareja se marca un tango en una calle de París

Amigas en un banco de la rivera del Sena

Clases de baile frente al mítico río parisino 


Reconocemos los nombres y los escenarios de tantos libros y películas: una casa, un puente, un olor, una luz especial; solo que ahora los "guinguettes" del Moulin de la Galette y de las orillas del Sena que pintaron Toulouse  Lautrec, Renoir o Picasso tienen otro aire, aunque la alegría de la fiesta es la misma, como si los parisinos, oriundos o de adopción, hubieran hecho suya la frase de Hemingway. "Éramos muy pobres y muy felices" .


  

Hemingway, junto a su primera mujer, Hadley Richardson, en el París de la Generación Perdida



"París era una fiesta"  la novela de corte autobiográfico que relata la vida del Premio Nobel en el París de los años 20 donde  frecuentó a los escritores norteamericanos Scott Fitzgerald, Ezra Pound y Gertrude Stein, que habían vivido la  primera guerra mundial, fue publicada tras la muerte de Hemingway en 1963.





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