TEATRO: EL LOCO DE LOS BALCONES DE VARGAS LLOSA. En la imagen, el actor José Sacristán




La obra de teatro El loco de los balcones de Vargas Llosa que permanecerá hasta el día 18 de octubre en el Teatro Español, fue escrita por el autor peruano hará unos 20 años inspirándose en la quijotesca figura del profesor  Aldo  Brunelli, un personaje que en los años 50 trató de salvar, naturalmente sin conseguirlo, los edificios históricos de la Lima colonial, pero podría haber sido escrita hoy mismo tal es su actualidad.  En ella lo de menos es el argumento: un viejo profesor que trata de conservar los antiguos balcones de Lima y al que su hija Ileana reprocha lo que su empeño ha supuesto en su vida, dedicada desde su infancia a apoyar  la cruzada de su progenitor. Lo importante es la maestría con la que Vargas llosa conduce la trama, el fino humor que destilan sus diálogos y la poesía y la riqueza de lenguaje del texto cuyo ritmo cadencioso  puntea la música peruana. (Leer más)



 Algunos críticos consideran que el teatro del escritor no está a la altura de sus novelas y que el loco de los balcones pese a su indudable mérito mantiene el interés pero no logra prender la pasión. Yo no opino lo mismo,  A mí, por lo menos "El loco de los balcones" logró interesarme, conmoverme y deleitarme.
Según Vargas Llosa su obra: " tiene que ver con el idealismo, con la idea de que cierta inquietud artística de amor a lo bello, de respeto al pasado y a las formas, debe ser parte del progreso humano, pues si éste se construye aboliendo enteramente la tradición y guiado únicamente por el espíritu de lucro y la obsesión del futuro, el resultado podría ser una vuelta a la anarquía y a la confusión, una vida desprovista de alma y emociones"
El espíritu del pasado que impregna toda la obra se contrapone con las ideas de otros personajes como el constructor e ingeniero, que forma parte de aquellos a quien Brunelli denomina Atilas, para quienes el progreso consiste en borrar los vestigios de la historia y el  impulsivo joven, de quien en el fondo está enamorada Ileana, que proclama la lucha  revolucionaria.
La dirección de escena resuelve con elegancia la relación entre los actores, el texto y el espacio escénico  y su encaje armónico dentro de la representación.  Las actuaciones  son excelentes, especialmente la de José Sacristán en su interpretación de excéntrico y nostálgico protagonista que demuestra como el fracaso puede ser tan válido como el éxito.
Después de ver "El loco de los balcones", una obra para la cual  el Teatro Español debería facilitar entradas en sus  primeras filas a los regidores de las ciudades y la capital de España, pienso en el trabajo que tendría Brunelli  en Madrid donde la convivencia entre los intereses privados y municipales está a la orden del día y solo en un año se  ha declarado en ruina para su posterior demolición varios edificios históricos que previamente el ayuntamiento había comprado para luego abandonarlos a su suerte.  El  último de ellos, del siglo XVII, junto a la Gran Vía, perteneció a los caballeros de la Orden de Malta y  fue adquirido por el ayuntamiento en 1991 para convertirlo en pisos y equipamientos sociales.  Nada de eso se hizo y ahora, tras su derribo, ha sido  vendido a una empresa privada.

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