Faulkner para principiantes





Si alguien se preguntara por qué leer  Miss Zilphia Gant, la novela de William Faulkner publicada en 1932  (actualmente puede encontrarse en español en  la editorial Nórdica), se me ocurren varias respuestas: En primer lugar porque en sus 58 folios se encuentra ya  el particular estilo narrativo del Premio Nóbel y el embrión de lo que serán sus obras posteriores posteriores.  Además, si partimos de la base que  los clásicos se caracterizan por tener siempre algo interesante que decirnos aunque tengan que competir con las, cada vez más numerosas ofertas, a las que dedicar  nuestro tiempo de ocio, parece importante que se pueda disfrutar de este librito excepcional en el metro o en la consulta del dentista ya que se trata de una  de las pocas  obras de Faulkner que  puede leerse de un tirón. (Ver más)


  
Son muchos los motivos por los que tradicionalmente se aconseja leer clásicos.  Un consejo que yo creo que muy poca gente sigue. En mi opinión uno sólo debe leer un autor de los unánimemente considerado grandes, si ello le provoca algún tipo de placer pues leer nunca debe de ser un ejercicio de masoquismo si no  un encuentro para disfrutar de la compañía  de alguien que a lo largo del tiempo  ha demostrado ser sumamente interesante.
En el caso de Falukner, la dificultad que, en general, ofrecen sus obras más conocidas no existe en esta nouvelle en la que su particular mundo se ofrece condensado de modo que uno puede leerla dos veces o incluso tres como aconsejó el escritor a los lectores que se quejaban de que, incluso releyendo sus libros, eran incapaz de entenderlos.
Adentrarse en la relación de la solitaria, enamorada y  como casi todo el mundo víctima de sus circunstancias, Miss Zilphia Gant y su adusta y terrible madre es asisitir a un hecho tan actual como asomarse al último mensaje de Facebook y un ejercicio reconfortante en estos tiempo de dispersión y acumulación, no solo porque  podemos bucear en las profundidades del ser humano, en definitiva de nosotros mismos y nuestros semejantes, sino también porque podemos disfrutar de la belleza de la prosa de  Faulkner que en este relato pivota esencialmente sobre  dos personajes femeninos. Al final nos damos cuenta de que la historia se repite, siempre.

"Pero la voy a sacar de esta, señorita,  Esta noche. Se acabó y se acabó para siempre. El pintor se acercó a Zilphia. La oscuridad crecía. El último remolino de gorriones pasó barriendo la plaza hasta desaparecer en las acacias, junto al juzgado. "Cada vez que la miraba yo me ponía a pensar en el hecho de que yo usara gafas, porque yo solía decir que nunca me fijaría en una mujer con gafas. Entonces un día me miró y de repente pude verla sin gafas. Fue como si las gafas no estuvieran y entonces supe, apenas la vi sin las gafas, supe que no me importaba que usara gafas o no..."



El escritor William Faulkner
Para leer a William Faulkner

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