Hollande, Le Pen y el mundo de las emociones

El nuevo presidente de Francia con su compañera la periodista Valérie Trierweiler en una fotografía de la agencia Reuters.

Justo antes de las elecciones francesas en las que Francois Hollande ha resultado vencedor con cerca del 52 por ciento de los votos, el intelectual Bernard Henri Levy, fundador de la corriente de los nuevos filósofos en 1976, corresponsal de guerra y escritor ha publicado un artículo en el que analiza el auge de la ultraderecha en Francia. Según Henri Levy, siempre crítico con los dogmas, entre el Frente Nacional de Marina Le Pen y el partido de Sarkozy existe la misma barrera de especie que opone a la izquierda moderada y a la totalitaria. Según él "los neofascistas del FN no daran cuartel a los liberales de la UMP en la guerra que les han declarado"...una renuncia, una vacilación y están muertos ". Para el filósofo es la derecha no la izquierda quien puede y debe parar su avance haciéndoles cara en lugar de jugar en su su propio terreno ya que está en peligro la propia idea republicana.
El resultado de las elecciones de hoy no han hecho más que constatar el análisis del intelectual francés, el intento de Sarkozy de adoptar algunas de las propuestas del Frente Nacional no ha servido para aumentar el número de votos a su partido, al parecer los electores, puestos a jugar la baza populista, prefieren votar al original y no hay que olvidar que Marina Le Pen no ha pedido para sus adeptos el voto a la UMP ya que pretende eregirse en lider de la derecha francesa para batir al socialismo que acaba de celebrar su victoria simbólicamente en la plaza de la Bastilla. El hecho es que el Frente Nacional ha conseguido la adhesión de una gran parte del proletariado con menor nivel de estudios y de muchos jóvenes junto a electores de muy diversos orígenes. Según una fuente muy conocedora de ese partido, últimamente, varios monárquicos legitimistas o royalistes ( su ala más ultraderechista cercana a los católicos tradicionalistas), partidarios de Luis Alfonso de Borbón, han copado las preferencias de los monárquicos franceses frente a los cada vez menos numerosos partidarios del Conde de París, descendiente de Louis-Philippe Egalite.
La oposición frontal a la emigración y la idea de una vuelta a valores chauvinistas son el nexo de unión de los votantes de Le Pen. Ello no es de extrañar si pensamos que a lo largo de la historia las ideas que han penetrado más profundamente, por muy difíciles de comprender que fueran las filosofías que las originaron, son las que han conectado con las emociones de una mayoría: El marxismo, la búsqueda de la igualdad, ¡a qué moderno publicista podría ocurrírsele algo mejor que las tres palabras que simbolizan la revolución francesa! y tantas otras... Ahora la ultraderecha europea ha conseguidoa hacerse con un estandarte que aglutina una emoción de muchos ciudadanos, por muy primaria y negativa que nos pueda parecer es el rechazo al emigrante, al extranjero que ocupa su espacio y usurpa sus derechos en un momento de crisis económica, lo que ha provocado un resurgir del fascismo que se está instalando más o menos legalmente en toda Europa. Frente a ello, la socialdemocracia, el centro izquierda que representa Hollande y del que habla Henri-Levy en su relación de partidos no totalitarios, tiene la oportunidad de inspirar a los ciudadanos nuevas emociones.

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